
Retorno de los niños a las aulas de clase en China

Las provincias del noroeste de China, las menos afectadas por el coronavirus, reabrieron las escuelas después de haber encadenado más de 30 días sin registrar ningún nuevo contagio.
Y lo hicieron con mucho cuidado. «Desinfectamos las aulas entre tres y seis veces al día. Los pupitres en los que antes se sentaban dos alumnos son ocupados ahora solo por uno. Y el uso de mascarilla es obligatorio», explicó una profesora de Xinjiang a la agencia de noticias oficial Xinhua durante el primer día de clase, el pasado mes de marzo. Fue el comienzo de un retorno a las aulas progresivo y que continuará el lunes en grandes urbes como Shanghái de modo experimental hasta concluir en los primeros días de mayo.
Si la pandemia se mueve de Oriente a Occidente, la vuelta al colegio en el gigante asiático lo hace en la dirección opuesta. Pero lo hace con pies de plomo. Todas las escuelas han llevado a cabo una profunda limpieza de las instalaciones y han establecido estrictos controles de entrada: los alumnos, que deben respetar siempre el distanciamiento social y protegerse con mascarilla quirúrgica, esperan en fila india a que se les tome la temperatura con un termómetro de infrarrojos o una cámara térmica antes de acceder al centro.
Dentro, los protocolos varían. Y algunas escuelas han optado por medidas chocantes para prevenir el contagio entre alumnos. Por ejemplo, en Guang’an, una localidad de la provincia de Sichuan, los alumnos tienen que protegerse el rostro con una visera de plástico como la de los médicos de las UCI. Y como también preocupa el contacto en zonas comunes como el comedor, algunos centros han colocado mamparas individuales para separar a los comensales.
En un buen ejemplo de la presión a la que se somete a los alumnos chinos, en algunos institutos de Beihai, en Guangxi, esas mamparas se han utilizado como pizarra para mostrar material educativo. «Al principio pensamos en imprimir las conductas más apropiadas para combatir al coronavirus, pero al final nos decantamos por aprovechar el espacio para incluir contenido del que los estudiantes tendrán que examinarse en la Selectividad», explica Song Chuanjian, portavoz del Instituto Número 7 de Beihai. «Cada fila de mesas se destina a una asignatura. Chino, inglés y matemáticas son las que más espacio ocupan», añade sonriente en una entrevista con la plataforma local Pear Video. «Es muy interesante. Cada día me siento en una mesa diferente», afirma uno de los estudiantes. /Agencias.
Comentarios recientes