Lasso declara el “fracaso” de las protestas y el movimiento indígena anuncia más movilizaciones: ¿hacia dónde va la crisis en Ecuador?
La lluvia de acontecimientos en las últimas semanas da cuenta de una fragilidad, que ya no es solo institucional sino que también afecta el tejido social.
Motín carcelario, estado de excepción, paros y movilizaciones, opción de usar la “muerte cruzada”, aumento significativo del precio del combustible y un presidente señalado en los Papeles de Pandora.
Parece que en Ecuador se ha acabado la luna de miel con el presidente Guillermo Lasso y la política, junto a la economía, ha entrado en un tipo de crisis que suele ser de una intensidad mortal para los gobiernos y para las medidas económicas que estos quieren tomar.
Esta situación luce agravada por el auge de la delincuencia organizada, que es un dato novedoso para la sociedad ecuatoriana, lo que se suma al recuerdo fresco de las muertes que dejó el coronavirus, así como la respectiva crisis económica y sanitaria que produjo la pandemia.
En Ecuador se ha acabado la luna de miel con el presidente Guillermo Lasso y la política, junto a la economía, ha entrado en un tipo de crisis que suele ser de una intensidad mortal para los gobiernos.
En fin, una lluvia de acontecimientos en pocas semanas, que dan cuenta de una fragilidad que ya no es solo institucional sino que también afecta el tejido social.
La situación actual recuerda varios momentos de la historia política reciente de Ecuador, especialmente en 2019, cuando el anterior presidente, Lenín Moreno, trató de aplicar un paquete de medidas que incluían el aumento del combustible, pero debido a las fuertes protestas, tuvo que abandonar la capital y refugiarse en Guayaquil hasta que finalmente desistió de implementar esas políticas y así permitir el regreso a la calma.
El ‘déjà vu’ ecuatoriano
En esa ocasión, tanto como en situaciones similares ocurridas en la primera década del siglo, el protagonista de siempre ha vuelto: el movimiento indígena. En este 2021, no es la excepción.
Pero esta vez, el presidente ecuatoriano, estrenándose en el cargo, ha preferido declarar el estado de excepción e irse de viaje por Europa 10 días para asistir a varias reuniones diplomáticas y comerciales.
Así las cosas, el presidente prefiere saltarse el estilo Moreno, de tener que huir de su despacho, y en cambio planifica la vuelta cuando las cosas “se hayan calmado”.
Lasso viene de ser golpeado por los Papeles de Pandora, que lo señalan de haber utilizado cuentas en paraísos fiscales, y arrastra en su gestión el fardo de haber ganado las elecciones con un estrecho margen comicial, favorecido por el voto nulo al que llamaron los movimientos indígenas, que hoy vuelven a ser sujetos activos en contra de medidas de liberalización económica que ha tomado el Ejecutivo.
La respuesta del Gobierno ha sido militarizar el país para evitar que se produzcan los hechos que, hace dos años, protagonizaron los actores que hoy intentan impedir los aumentos a los combustibles y la aplicación de otras medidas similares a las que trató de implementar Moreno. Es una suerte de déjà vu que siempre deja los mismos resultados.
Sumado a este panorama complejo, Lasso tiene minoría en el Congreso y viene de romper con la fuerza electoral que le apoyó en las presidenciales, el Partido Socialcristiano, con lo cual no tiene margen de maniobra para sustentar sus medidas en el Legislativo. De hecho, ya varias fuerzas parlamentarias, las suficientes para dar al traste con su política, han negado la aprobación de la propuesta presupuestaria para el año que viene.
Por su parte, el correísmo –que por medio de su candidato Andrés Arauz llegó de segundo en las presidenciales de abril, a escasos votos de Lasso– se ha reconfigurado y reinventado un nuevo partido, llamado Revolución Ciudadana, que ya posee el número de curules más numeroso en el Parlamento.
¿Muerte cruzada?
En medio de todo el panorama, se rumoró la posibilidad de una ‘muerte cruzada’, una figura legal que podría usar el presidente para disolver el Parlamento y llamar a nuevas elecciones. Se llama así porque también implicaría la disolución del Ejecutivo.
La presidencia ha negado esa opción, que solo podría favorecer al correísmo, una fuerza que es la única que ha demostrado que puede ganar unas elecciones a la derecha liderada por Lasso y sostener el poder de manera estable por varios años.
El movimiento indígena, por su lado, aún posee un porcentaje electoral que no es suficiente para ganar unas presidenciales, pero sí le sirve de sobra para movilizar al país y poner en jaque a un gobierno neoliberal y de derecha, como el de Lasso.
Comentarios recientes